domingo, 30 de octubre de 2011

Boi Ruiz, la zorra que cuida de las gallinas

El actual Conseller de Salut de la Generalitat de Catalunya, Boi Ruiz, es y ha sido miembro destacado de la sanidad concertada y privada en Catalunya.

Si bien obtuvo su título en medicina en un centro emblemático de la educación pública, la Universidad de Barcelona, se especializó en una academia privada, especializada en la dirección empresarial de élite, la Escuela de Alta Dirección y Administración de Barcelona.

Ha sido gestor y director general de la Fundació La Unió, también conocida como Unió Catalana d'Hospitals: el conglomerado de mutuas sanitarias, aseguradoras de salud y hospitales privados de Catalunya. Actualmente compagina su labor de Conseller con la presidencia de esta fundación. Por cierto, se la nombra en tercer lugar en el apartado Trabajar en el sistema de salud de la web de la Generalitat de Catalunya.

Después de saber esto, parece lógico que la jerarquía de jefes y entidades medias, típica estructura empresarial, le parezca mucho más cómoda que el la ordenación actual, donde los directores de hospital o CAP son los únicos intermediarios entre el Govern (mediante el Institut Català de la Salut) y los miles de médicos y enfermeras de la sanidad pública catalana (aunque, por cierto, unos 2000 menos que en 2010). Un sistema donde, claro, la gente que sabe de lo que habla, como el Colegio de Médicos o los propios profesionales, pone a veces en evidencia al Govern.

Este nuevo organigrama interno, unido a la financiación mixta, configurará el modelo de gobernanza (concepto nuevo en Sanidad pero no tan nuevo en Educación). El plan es reducir las transferencias de dinero público recaudado mediante impuestos, de manera que cada centro hospitalario o de atención primaria buscará fondos en la medida que pueda. Caso de no conseguirlos deberá reducir su plantilla y horario, afectando a los pacientes de la zona. Caso de conseguirlo, cabría analizar de qué manera el nuevo sistema afecta a la atención que ofrece.

Lo que ya ha ocurrido: el experimento de parar las transferencias dinerarias hacia los centros no provocó una atención menor, así que finalmente decidió tomar las riendas de tal desbarajuste y reducir horarios y cerrar plantas e incluso centros enteros.

domingo, 19 de junio de 2011

¿Poh qué?

Llevo unos días mirando el agua, esperando a que hierva. No es que tenga mucha paciencia, ni que me sobre el tiempo, ni que no tenga otra cosa que hacer. Es que no me quedaba otro remedio.

Y hoy, de pronto, no ha hervido, no. Se ha vuelto azul.

martes, 7 de junio de 2011

Hoy no voy a ser realista

Porque tendría que cambiarle el título al blog por "rompiéndome la crisma". Not today.

lunes, 6 de junio de 2011

Mi gozo en un pozo

Qué malo es esperar. Qué malo es esperar demasiado, demasiado tiempo, demasiadas cosas. La gente reacciona a la espera de maneras dispares. Los hay que desesperan, y se llevan una sorpresa, o no.

Los hay que esperan y esperan y creen que desesperan pero en realidad esperan que al desesperar aparantemente la espera acabe pronto y todo salga bien. Es entonces cuando alargan la espera esperando a veces y desesperando otras. Y la cosa no acaba nunca, hasta que esperando cansarse se acaban cansando de esperar, o de desesperar, porque no están acostumbrados a cansarse, no se lo esperaban. Y a otra cosa butterfly, sin más. Es el tipo de gente que espera que las cosas se arreglen esperando, solas o a manos de otros; y al caerse del árbol se dan cuenta que haciendo algo tampoco se ahorran la espera, y desesperan, y esperan, etc.

domingo, 27 de marzo de 2011

Definición número 3

Esta noticia explica que el cuerpo de antidisturbios de los Mossos d'Esquadra dispondrá a partir de ahora de una nueva herramienta para disolver las manifestaciones, además de la clásica porra, los cañones de pelotas de goma, las mangueras de agua a presión y el gas lacrimógeno. Se trata de una pistola que lanza proyectiles de material y peso desconocidos. Según la noticia, se usará para "neutralizar" al manifestante violento, por lo que podemos entender que duele lo suficente como para tirar el adoquín y echarse al suelo a llorar. O tirar la pancarta, que es muy peligrosa también.


Se me ocurren varias cosas.


1. Apelando al bolsillo. Hasta ahora, los antidisturbios ya usan pelotas de goma, agua a presión y gas lacrimógeno. Además de porras, claro. ¿Hace falta más gasto? Eso sí, ahorran en placas numéricas identificativas.


2. Apelando a la lógica. Estas herramientas-armas tienen por objetivo la disolución de una manifestación violenta. Porque cuando nos pegan lo que hacemos es caminar ordenadamente hacia las bocacalles adyacentes hacia la Casa de Gominola en la calle de la Piruleta.


3. Apelando a la seguridad. Existe una limitación de zonas corporales: piernas. Ni cabeza, ni pecho, ni abdomen. Zonas vitales y tal. ¿Qué garantía hay de que se usen correctamente? ¿En qué situaciones afecta el gas al sistema respiratorio? ¿Qué hacer si eso pasa, qué garantía hay de ganar un pleito contra la policía?


4. Apelando a la memoria, a los datos reales. Varias personas han perdido un ojo por un impacto de pelota de goma y han sufrido otras lesiones por impacto en el abdomen (a tomal pol culo el hígado) o la cabeza (si se manifestaba tampoco sería muy listo, comentó uno). Entre ellos, el jefe de la Urbana de Barcelona, en la celebración de la Champions.


5. Apelando al individualismo. ¿Cuántas veces ha recibido todo quisqui a raíz de una actuación desafortunada de uno o dos? Uno o dos que, permitidme la conspiranoia, a menudo han tirado la primera piedra y han sacado las esposas para detener al segundo. (Pista: eran secretas).


6. Por último y principal. Apelando a la DEMOCRACIA, la libertad de expresión "y todo eso". Ni las manifestaciones son violentas por definición, ni la definición habitual de violencia es la auténtica. Si la violencia genera violencia, ¿para qué tantas herramientas y facilidades? Quizá no sea la violencia eventual lo que se desea reprimir, sino el trabajo de oposición y organización que hay detrás. A esto le aplicamos la definición número 3 de la RAE.