El actual Conseller de Salut de la Generalitat de Catalunya, Boi Ruiz, es y ha sido miembro destacado de la sanidad concertada y privada en Catalunya.
Si bien obtuvo su título en medicina en un centro emblemático de la educación pública, la Universidad de Barcelona, se especializó en una academia privada, especializada en la dirección empresarial de élite, la Escuela de Alta Dirección y Administración de Barcelona.
Ha sido gestor y director general de la Fundació La Unió, también conocida como Unió Catalana d'Hospitals: el conglomerado de mutuas sanitarias, aseguradoras de salud y hospitales privados de Catalunya. Actualmente compagina su labor de Conseller con la presidencia de esta fundación. Por cierto, se la nombra en tercer lugar en el apartado Trabajar en el sistema de salud de la web de la Generalitat de Catalunya.
Después de saber esto, parece lógico que la jerarquía de jefes y entidades medias, típica estructura empresarial, le parezca mucho más cómoda que el la ordenación actual, donde los directores de hospital o CAP son los únicos intermediarios entre el Govern (mediante el Institut Català de la Salut) y los miles de médicos y enfermeras de la sanidad pública catalana (aunque, por cierto, unos 2000 menos que en 2010). Un sistema donde, claro, la gente que sabe de lo que habla, como el Colegio de Médicos o los propios profesionales, pone a veces en evidencia al Govern.
Este nuevo organigrama interno, unido a la financiación mixta, configurará el modelo de gobernanza (concepto nuevo en Sanidad pero no tan nuevo en Educación). El plan es reducir las transferencias de dinero público recaudado mediante impuestos, de manera que cada centro hospitalario o de atención primaria buscará fondos en la medida que pueda. Caso de no conseguirlos deberá reducir su plantilla y horario, afectando a los pacientes de la zona. Caso de conseguirlo, cabría analizar de qué manera el nuevo sistema afecta a la atención que ofrece.
Lo que ya ha ocurrido: el experimento de parar las transferencias dinerarias hacia los centros no provocó una atención menor, así que finalmente decidió tomar las riendas de tal desbarajuste y reducir horarios y cerrar plantas e incluso centros enteros.