Hay veces que hay que ser mala persona. O pícara. No hay diferencia en realidad: mirar por uno mismo. Hay gente con la que no se puede ir de buenas a priori, por muy mal que haga sentir presentarse a hechos consumados.
lunes, 28 de septiembre de 2009
martes, 22 de septiembre de 2009
Ismael y Queequeg
Curioso fragmento, en que el protagonista narra el nacimiento de su amistad con un marinero después de haber compartido lecho (!).
Mientras permanecía sentado en esa habitación ahora solitaria, con el fuego bajo, en ese quieto estadio en que, tras haber entibiado el aire con su primera intensidad, aparece en forma de brillante rescoldo; con las sombras de la tarde y los espectros congregándose alrededor de las ventanas, y observándonos a nosotros, silenciosa y solitaria pareja; la tormenta desarrollándose en el exterior en solmnes estallidos; en esta situación empecé a experimentar extraños sentimientos. Mi herido corazón y mi enloquecida mano ya no se blandían contra el mundo de lobos en que vivimos. Este salvaje tranquilizador me había redimido. Sentado allí, su indiferencia misma hablaba de una naturaleza en que no anidaban civilizadas hipocresías ni blandas supercherías. Sí, era salvaje, una visión única a contemplar. Sin embargo, empecé a sentirme atraído por él. Y esas mismas cosas que habrían repelido a la gran mayoría eran los imanes que me atraían. Intentaré hacerme un amigo pagano, pensé, puesto que la amabilidad cristiana se me ha revelado como vana cortesía. Arrimé mi banco junto a Queequeg, a la vez que hacía algunos signos amistosos mientras me forzaba como mejor podía por conversar con él. Al principio, apenas tuvo conviencia de estos escarceos; pero cuando ahora hice referencia a su hospitalidad de la pasada noche, me preguntó si íbamos a ser de nuevo compañeros de cama. Dije que sí, y creo que pareció satisfecho, un poco halagado quizá.
HERMAN MELLVILLE
Moby Dick
Call me Ismael...
domingo, 20 de septiembre de 2009
Cuidar de la gente
Sin ser relamido, sin darte cuenta muy bien de lo que pasa. Sólo escuchar si te cuenta algo, porque quién cuenta penas no lo hace gratuitamente. Dar abrazos y besos. Llamarle y preguntar “¿cómo estás?”, haciendo de tripas corazón.
viernes, 18 de septiembre de 2009
"Me gusta que me llamen viejo"
La sordidez de crear una nueva rutina sin una persona que falta, también conocido como echar de menos a alguien. Son dos maneras de expresar un sentimiento poco habitual después de un día intenso y triste.
P.M.E.
Peñarroya Pueblonuevo 1929 - Cubelles 2009
viernes, 4 de septiembre de 2009
Diluvio universal
Misógino salió de casa y se dirigió al chamizo. En la pared derecha, la tercera caja arriba contenía su vieja zodiac. En su adolescencia la había utilizado para navegar en el Júcar junto a sus amigos. – Qué lástima de jóvenes – pensó – la gente de hoy en día ya no es capaz de pasárselo bien con una merendola en el campo. Después de cinco días lloviendo, decidió que ya era hora de tomar medidas.
- ¡Papá! ¡Papá! – Chilló el pequeño Javi, que correteaba a su alrededor. – ¿Vamos a volver al río? ¿Ya se te ha pasado el enfado?
- No hijo. Ya sabes que desde que tu hermano se cayó al agua no quiero ni oír hablar de navegar. – Contestó Misógino.
- ¡Pero si sabía nadar! – Protestó, como siempre, el niño.
- Pero el agua estaba muy fría... podía haber cogido una pulmonía. – Contestó el padre sin mirar a su hijo, mientras abría la caja de cartón raído.
- ¿En agosto? – Se burló.
- He dicho que no se hable más. No vamos al río y punto. Está lloviendo.
- ¿Entonces?
- Por eso mismo, porque llueve. Si sigue así vamos a necesitarla.
- ¿Para taparnos? ¿Es que tenemos goteras?
- No, para navegar.
- ¡Entonces sí que vamos al río!
- ¡Que no! – El gruñido se vió acompañado de una colleja – Si sigue lloviendo así, todo se va a inundar.
- ¿Cómo en la peli de la Biblia? ¿Aquella que salían tantos bichos?
- Sí, como en la Biblia. Dios nos envía un castigo.
- ¡Pero qué dices! – Gritó el pequeño ingenuamente – Pero si hemos sido muy buenos. Dani y yo siempre hacemos los deberes y nos comemos toooooooooooooodas las verduras.
El polvo que había en la mano derecha de Misógino se expandió en el aire al chocar la palma de su mano contra la nuca de su hijo.
- Hijo, nos castiga por algo más grande. Igual que quiso escarmentar a las gentes de la época de Moisés, nos envía ahora un diluvio. No un diluvio universal, sólo quiere castigar a los españoles.
- ¿Pero qué hemos hecho? Vale que nunca ganamos los mundiales de fútbol y que la gente hace las cosas a medias pero...
- Los españoles hemos hecho cosas muy malas, hijo mío. Tú y yo no, pero piensa en los catalanes y los vascos.
- ¿Qué pasa con ellos? ¡Tienen unas tradiciones superchuuulas! Aquellos hombres que se subían unos encima de otros molaban mogollón. ¡Y el marmitako está riquíiisimo!
- Sí hijo, pero eso no les da derecho a romper España. Y hay más. La gente quema fotos del rey.
- ¡Es verdad! Con lo que hace el rey por nosotros... – Se lamentó el chico.
- Es una figura muy importante en el país, y tiene que ser respetada.
- Llevas razón. – El muchacho se puso solemne. – Si no tuviésemos rey, ¡todas las princesas se morirían en las garras de los dragones! ¡Y las brujas se comerían a los niños!
¡Chap! La tercera colleja enrojeció el cuello del pequeño Javi.
- No te burles, o yo mismo le dire a la policía que has quemado una foto suya.
- ¡No, porfavor! – El chico empezó a sollozar – ¡A la poli no! Ellos son malos... ¡Al primo Carlitos lo encerraron por cantar!
- Al primo Carlos lo detuvieron por hacer apología del terrorismo. ¿Sabes que es eso? ¿Te acuerdas de lo de los trenes de Madrid, que murió tanta gente? En sus canciones defendía eso.
- ¡Pero si el primo Carlitos no mataría a una mosca! – Las lágrimas de impotencia recorrían las mejillas rojas del niño.
- A veces, puede ser un delincuente quién menos te lo esperes. Acuérdate de Loli, la vecina, que le entró a robar un drogota y casi la mata.
- Jajaja... Sí, pero la Loli es tan basta que lo dejó medio tonto de un sartenazo.
- No, hijo. Ya estaba así antes. Las drogas son muy malas.
- Pero Papá, esas cosas se pasan con un poquito de ayuda. Tu dejaste de fumar...
- No es lo mismo, hijo.
- Es verdad. Seguro que es más difícil, porque el tabaco lo venden en las tiendas y lo ves todo el día y claro...
- Esto ya está. Voy al supermercado a comprar latas de conserva. Quién sabe cuánto tiempo va estar la península inundada.
- ¡Al súper, qué guay! ¿Puedo ir contigo? Hay una cajera guapiiiiiisima que se llama Pili y es rubia con el pelo largo y tiene un par de...
¡Chas! A Javi le empezaba a escocer la nuca.
- Hijo, aún eres muy joven para eso. A las mujeres hay que tratarlas con respeto, piensa en tu hermana. ¿Verdad que no te gustaría que nadie hablase de sus... sus... ya sabes?
- ¿De sus qué? – El chaval estaba confundido. El movimiento circular de las manos de su padre delante del pecho no le orientaba mucho.
- De sus... atributos de mujer.
- ¿De los melones?
¡Chas!
- ¡Ay, jolín! ¿Pero quién ha hablado de melones? Si yo quería decir que tiene un par de zapatillas de deporte de colorines... – Dijo entre dientes mientras se masajeaba la nuca dolorida.
- ¡Venga, Javi entra a casa! Tu madre ya tendrá la comida en la mesa.
[Escrito el 29/09/07]
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