martes, 16 de diciembre de 2008

Vida y muerte y vida de la esperanza

Perdiendo la fe en los acontecimientos. Ya no tanto en la gente, sino en su falta de coordiación. Y no querer sospechar apenas a quién beneficia la situación.

Encontrando enemigos internos, ya no en los compañeros, en el yo. Esa consciencia de unos mismo que ya no es lo que era, que no es capaz de hacer lo que prometió. Porque es muy duro plantearse retos, pero es una carrera de aquí a Pequín el cumplirlos.

Muriendo un poco cada día, y algunos días mucho, al no saber qué hacer ante las oportunidades del destino. Vidas hay muchas, tantas como decisiones tomamos día a día. Sin embargo, somos nosotros mismos los que acotamos el camino, como el tren que viaja por una vía.

Esperándote a ti, a ti, a ti y a ti. Aunque sea vergonzoso. No sabiendo ni si quiera qué quiero, cómo. Inventándomelo, incluso, para no tener que resolver la duda.

Perdiendo la esperanza cada día, alargando la agonía hasta la infinidad. Porque pasa como a Sísifo, condenado a subir una roca hasta la cima de la montaña para ver cómo caía una y otra vez. Ya que es la esperanza lo último que se pierde, y dado su poder regenerativo, se convierte en un sinvivir la ilusión por algo que no se cumplirá. Cae la roca colina abajo, y a fuerza de engañarnos la llevamos, de nuevo, hasta el pico prometido.

Post Scriptum: Que nadie se asuste con el título. Es sólo una exageración literaria.

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