Se trata de hacerte de rogar, no dar la información de buenas a primeras. Eso le da un toque más confidencial, secreto. Y es un vínculo especial, a veces cordial, a veces perjudicial, el que se extiende entre ti y el confesor. Evita que se corra la voz sobre tu vida personal. Perfecto para histéricos, que oyen un susurro y ya se sienten espiados.
Sin embargo, pensar algo de alguien implica, necesariamente, a ese otro sujeto, ya sea positiva o negativamente. Si no existe necesidad de convivencia con él, estupendo. Pero si has de compartir parte de tu tiempo, quizá fuera más sano que supiera qué piensas de él.
Y lo digo, sin ánimo de dar lecciones, desde la comodidad de mi sillón. Para elaborar un plan de acción de esto que planteo, hace falta primero tener muy claro lo que se ha de decir. Que en la cabeza todo parece muy claro pero luego las ideas se escapan como arena al viento al intentar cristalizarlas en palabras.
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