De andar solo. De tener miedo a dejar atrás esa adolescencia siempre corta, aquella infancia presuntamente despreocupada. De sentirse incapaz aún de tomar decisiones vinculantes. De no querer mojarse, de preocuparse de perder los anillos antes de tenerlos. De pedir consejo para justificar una decisión ya tomada. De explicar anécdotas esperando aprobación. De buscar una media naranja como excusa ante el mundo. De ver en los amigos una herramienta y no una milagrosa casualidad. De pensar en destinos y no en caminos. De pintar la realidad de colores absurdos. En el fondo, de tener prisa. De eso va el complejo de Peter Pan.
[Escrito el 21/12/06]
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